viernes, 14 de mayo de 2010

Javier Heraud, 15 de Mayo.


Querida madre:


No sé cuándo podrás leer esta carta. Si la lees quiere decir que algo ha sucedido en la Sierra y que ya no podré saludarte y abrazarte como siempre. ¡si supieras cuánto te amo!, ¡si supieras que ahora que me dispongo a salir de Cuba para entrar en mi patria y abirir un frente guerrillero pienso más que nunca en ti, en mi padre, en mis hermano tan queridos!
Voy a la guerra por la alegría, por mi patria, por el amor que te tengo, por todo en fin. No me guardes rencor si algo me pasa. Yo hubiese querido vivir para agradecerte lo que has hecho por mí, pero no podría vivir sin servir a mi pueblo y a mi patria. Eso tú bien lo sabes, y tu me criaste honrado y justo, amante de la verdad, de la justicia.
Porque sé que mi patria cambiará, sé que tú también te hallarás dichosa y feliz, en compañía de mi padre amado y de mis hermanos. Y que mi vacío se llenará pronto con la alegría y la esperanza de la patria.
Te besa tu hijo Javier.

Y recordé mi triste patria
mi pueblo amordazado
sus tristes niños y sus calles despobladas de alegría,
todos recordamos lo mismo..


Mensaje de Pablo Neruda
Isla Negra, Julio de 1963

He leído con gran emoción las palabras de Alejandro Romualdo sobre Javier Heraud. También el valeroso examen de Washigton Delgado, las protestas de Cesar Calvo, de Reinaldo Naranjo, de Arturo Corcuera, de Gustavo Valcárcel. También leí la desgarradora relación de Jorge A. Heraud, padre del poeta Javier.

Me doy cuenta de que una gran herida ha quedado abierta en el corazón del Perú y que la poesía y la sangre del joven caído siguen resplandecientes, inolvidables.

Morir a los veinte años acribillado a balazos “desnudo y sin armas en medio del río Madre de Dios, cuando iba a la deriva, sin remos...” el joven poeta muerto allí, aplastado allí en aquellas soledades por las fuerzas oscuras de nuestra América oscura, de nuestra edad oscura.

No tuve la dicha de conocerlo. Por cuando ustedes lo cuentan, lo lloran, lo recuerdan, su corta vida fue un deslumbrante relámpago de energía y de alegría.

Honor a su memoria luminosa. Guardaremos su nombre bien escrito. Bien grabado en lo más alto y en los más profundo para que siga resplandeciendo. Todos lo verán, todos lo amarán mañana, en la hora de la luz.

Pablo Neruda
"El valle de Tarma es grande. 
Pero más grande 
 es mi corazón
cuando lo miro, 
pero más amplio 
es mi pecho cuando 
aspiro aire, y aire, 
cielo y cóndor, 
martes y jueves, 
más grande que el 
río es el hombre, 
más grande que el 
valle son los ojos 
de tantos caminantes 
de costado..." 



 Mensaje de Nicolás Guillén.

La Habana, 19 de Julio de 1963

Señor Gustavo Valcárcel
Lima, Perú
Querido Gustavo:

Te escribo para expresarte nuestra, viva pena por la muerte de Heraud, su holocausto a la revolución peruana. Aunque él estuvo en Cuba, no tuve 1a sueerte de conocerlo entonces, porque no coincidimos aquí. pero quienes lo trataron - jóvenes cubanos que hoy lo lloran- lo quisieron como hermano, pues fraternal era su corazón tanto como lúcida su inteligencia.
Dicen que é1 prometió volver y sus compañeros lo esperaban. Prefirió quedarse e inscribir su nombre junto a los mártires de la liberación de su pueblo, que nada podrá detener.
Sangre pura y generosa la suya, sangre que va a crecer cada día y terminará ahogando a quienes la derramaron. Siempre ha sido así siempre ha de ser así.
En mi nombre y en el de nuestra querida Unión, donde la muerte de Heraud ha sido conmovedora. te envío nuestros sentimientos solidarios con el dolor, que a ustedes aflige, que es también nuestro, tú lo supones, tú lo sabes.
Los asesinos da este muchacho puro - no quienes lo mataron con sus manos irresponsables - sino los otros, los que mandaron que lo mataran, están mucho más muertos que él, o no, son en realidad los únicos que han muerto.
Por ahora nada más, sino nuestro cariñoso recuerdo y un abrazo fuerte y largo.
Te quiere

Nicolás Guillén.


"Tú quisiste descansar
en tierra muerta y en olvido.
Creías poder vivir solo
en el mar, o en los montes.

Luego supiste que la vida
es soledad entre los hombres
y soledad entre los valles.

Que los días que circulaban
en tu pecho sólo eran nuestras
de dolor entre tu llanto. Pobre
amigo. No sabías nada ni llorabas nada

Yo nunca me río
de la muerte.
Simplemente
sucede que
no tengo
miedo
de
morir
entre
pájaros y arboles

Yo no me río de la muerte.
Pero a veces tengo sed
y pido un poco de vida,
a veces tengo sed y pregunto
diariamente, y como siempre
sucede que no hallo respuestas
sino una carcajada profunda
y negra. Ya lo dije, nunca
suelo reir de la muerte,
pero sí conozco su blanco
rostro, su tétrica vestimenta.

Yo no me río de la muerte.
Sin embargo, conozco su
blanca casa, conozco su
blanca vestimenta, conozco
su humedad y su silencio.

Claro está, la muerte no
me ha visitado todavía,
y Uds. preguntarán: ¿qué
conoces? No conozco nada.
Es cierto también eso.
Empero, sé que al llegar
ella yo estaré esperando,
yo estaré esperando de pie
o tal vez desayunando.

La miraré blandamente
(no se vaya a asustar)
y como jamás he reído
de su túnica, la acompañaré,
solitario y solitario


Y la poesía es 
un relámpago maravilloso, 
una lluvia de palabras silenciosas, 
un bosque de latidos y esperanzas, 
el canto de los pueblos oprimidos, 
el nuevo canto de los pueblos liberados.

Y la poesía es entonces, 
el amor, la muerte, 
la redención del hombre


1 comentario:

Anónimo dijo...

El canto de mi pueblo es un canto de ternura, de sufrimiento de persecución; canta cuando le dan azotes, porque cada azote que le dan es una esperanza de luz divina que transluce en sus ojos brillantes de lagrimas. Y cuando, cuando, ya no tengo las fuerzas de decirles oh amigo mio, caigo como todas aquellas caidas que me enseñaron los salvajes...