El síndrome Corleone en la vida y en la política peruana.

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En la tercera parte de la famosa película El Padrino el personaje central, el gánster italo-americano Michael Corleone vuelve, como dice el tango, con la frente marchita y las nieves del tiempo que han plateado su sien,  enfermo, lleno de dolencias y con una idea fija en mente:

Adecentar su nombre y a su familia.

El problema con los que padecen este síndrome es siempre el mismo: nunca devuelven lo robado, nunca pueden devolver la vida a los que asesinaron, ni a los que hundieron en el vicio de la droga o la infamia de la prostitución, ni todo eso.

Simplemente se dan golpes de pecho en las misas, se declaran creyentes y, en casos extremos hasta vociferan huachafamente un  "!Viva el Papa !" un domingo a las 12 después de la misa en plena Catedral de Lima.

Pero, reitero. jamás devuelven  lo que robaron , lo que se levantaron en peso, lo que "sifonearon históricamente" como suele decir por allí un huachafo-nuevo rico.

Los que están en los trances del síndrome Corleone, si tienen facilidad de palabra hablan, discursean histriónicamente y hasta meten a la señera figura de Jesucristo para acusar a otros de hipocrecía. 

Parte del producto de sus robos, latrocinios y "sifoneos históricos" puede estar materializado, por ejemplo, en una casa en Paris o en Chacarilla del Estanque o en una faraónica casa de playa, o en alguna cuenta de una fantasmagórica "fundación" creada ex-profeso  en el paraiso financiero de Liechsteitain y otras sendas en Gran Caimán, Suiza ó Panamá. Pero nunca lo devolveran ni estarán dispuestos a renunciar a vergonzosas "prescripciones de delitos de enriquecimiento ilícito" basadas en el largo tiempo trascurrido desde que se delinquió.

Los enfermitos del "Sindrome Corleone" tienen ese pequeño gran problema. Por eso sólo les queda hacer gestos para las tribunas, "mandar al Diablo" a sus congéneres y cosas de ese estilo.

Para creerles tendrían pues que hacer algo imposible: devolver lo robado.....porque sino, que lindo y que fácil es llenarse los bolsillos a punta de robos, coimas, reventas y triangulaciones "históricas" y poco después rasgarse las vestiduras porque sus seguidores hagan lo mismo que él hizo, pero dividido entre 100.

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