Cada sociedad tiene los delincuentes que se merece. -PARTE I

La ola delincuencial que asola a la ciudadanía y que viene alcanzando honduras impensables al terminar la primera década del siglo XXI,  no nos ha caido de un OVNI o del Cielo, ni se trata tampoco de algún castigo de Dios a los peruanos.

La calamidad que significa vivir en estado de zozobra permanente, acechados por rateros, secuestradores, asaltantes, violadores de niños y mujeres, en suma por la delincuencia común,  es un producto social, es un producto de la sociedad peruana, que ha sido construida a imagen y semejanza de la clase dominante, la lumpen burguesía que tiene el poder económico y político.

Nuestro país ha quedado conmovido por el estado de cuadraplejia en que ha quedado una inocente niña de 6 años como consecuencia del balazo que recibió de uno de los criminales que asaltaban a sus abuelos, a plena luz del día en la avenida principal de Lima, el Paseo de la República,  para arrebatarles el dinero que acababan de retirar de una casa de cambio.

Hechos como este son el pan de cada día en nuestra ciudades. Las víctimas son anónimos ciudadanos de a pie, que por ser adultos o jóvenes sus casos no alcanzan la notoriedad de la niña Romina Cornejo, que tendrá que vivir para siempre postrada en una cama, con un respirador artificial.

¿Pero de dónde han surgido estos delincuentes y esta delincuencia?

¿Su aparición tendrá que ver que ver con la terrible pobreza, el hambre, la desocupación crónica, la pésima educación pública de nuestro país que, en el concierto latinoamericano, sólo supera al paupérrimo país de Haití que la aplicación de las políticas neoliberales causó?

¿Tendrá que ver con esas legiones de niños que se criaban y se crian en las calles y plazas comiendo alimentos para aves e inhalando Terokal, destruyendose las neuronas, ajenos por completo al amor de una madre, de una familia, ante la absoluta indiferencia de las autoridades gubernamentales y judiciales y de los transeúntes?

¿Tendrá que ver con "Maranga" ese centro de torturas para niños y adolecentes donde van a parar los que cometieron delitos relativamente mayores y de donde salen convertidos en avezados psicópatas?

¿Tendrá que ver con la permisividad con el tráfico de drogas callejero que se desarrolla siempre en lugares que toda la ciudadanía conoce y que, a todas luces se hace con la complicidad de quienes están obligados a reprimirlo, y que envenena a legiones de jóvenes que ineludiblemente se integran a las legiones del hampa?

¿Tendrá algo que ver la proliferación de la delincuencia con la alegre convivencia de los personajes más encumbrados de la política con el narcotráfico?....que se sepa ningún político, diputado, senador, ministro, presidente de la república ha sido sancionado por esas turbias relaciones.

Carlos Langber Meléndez, narcotraficante, financió la campaña electoral del APRA en 1980, adquirió afrentósamente, con la complicidad de la cúpula aprista, "Villa Mercedes" la casa donde había vivido Víctor Raúl Haya de la Torre.

Reynaldo Rodríguez (a) "Padrino", narcotraficante de alto vuelo. Durante el gobierno de Fernando  Belaúnde 1980-85 despachaba desde las oficinas del Ministerio del Interior a través de los altos jefes de la policía a los que tenía en su planilla de asalariados.

Demetrio Chavez Peñaherrera (a) "El Vaticano" en complicidad con Vladimiro Montesinos, mano derecha de Kenya Fujimori enviaban toneladas de cocaina al exterior.

César Carhuallanqui (a) "César Cataño" atrapado con cargamento de cocaina en 1983  es el cliente favorito de los servicios abogadiles de la máxima lideresa del PPC doña  Lourdes Flores Nano. 

Fernando Cuevas, colombiano, financista y principal lavador de dinero del siniestro Cartel de Cali, en amena reunión social con Alan García Pérez. 

"Canebo" a los 18 años ya había matado a 6 personas"

En sucesivos escritos iremos respondiendonos estas y otras cuestiones.